El empoderamiento de las mujeres es clave para la recuperación económica en los países

Una de cada cuatro mujeres entre 35 a 44 años no cuenta con ingresos propios

“Si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a recursos productivos, ellas podrían aumentar la productividad de sus actividades rurales de manera significativa, lo que, a su vez, reduciría el hambre”.

Panamá. En el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora cada 08 de marzo, la FAO reiteró recientemente la importancia de que los planes de recuperación económica ante el COVID-19, contemplen como estrategia fundamental el involucramiento activo de las mujeres para la transformación de los sistemas agroalimentarios.

La Organización recordó que las mujeres tienen un papel fundamental en las acciones de respuesta ante la pandemia; y que, desde las instancias públicas y privadas, organismos internacionales y de sociedad civil, se puede contribuir para propiciar ese empoderamiento, en particular para las mujeres rurales, indígenas, afrodescendientes y campesinas.

En relación a esta dimensión de la participación económica de las mujeres, el Perfil de País según igualdad de Género de Panamá, publicado en el 2021 con el apoyo de Naciones Unidas, describe que en América Latina la población de mujeres sin ingresos propios (PSIP) en 2018 fue del 29%, y para los hombres del 10,5%. El documento registra que las mujeres en Panamá, a nivel nacional, están a cuatro puntos porcentuales de ese promedio, con 25,1%; mientras que los hombres se alejan en 3,7% del promedio con un 6,8%.

La publicación también señala que las mujeres en edad reproductiva son las más afectadas. Una de cada cuatro mujeres entre 35 a 44 años no cuenta con ingresos propios; en tal condición un 26,9% depende de otra persona para subsistir. Además, las mujeres rurales son las más afectadas por la ausencia de trabajo remunerado, por tanto, el nivel de dependencia resulta más alto, a lo que se suma las condiciones de pobreza multidimensional en que viven, especialmente las mujeres indígenas, para quienes se agravan los indicadores de acceso a salud, educación y participación socio política.

Al respecto, la Especialista de género de FAO para Mesoamérica, Verónica Chicas Martínez, explicó que, para dar respuesta a esta situación, es indispensable fortalecer el liderazgo y desarrollar acciones afirmativas para las mujeres rurales, campesinas, indígenas y afrodescendientes, lo que a su vez contribuiría a la igualdad de condiciones y a la creación de un entorno favorable para la eliminación de la pobreza, el aumento de la productividad, el acceso en igualdad de condiciones, acceso a mercados y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición.

“La brecha de género supone un gran gasto en el sector agrícola, la economía y la sociedad en general, así como para las mujeres. Ellas son agentes cruciales del cambio en la lucha contra la pobreza rural, el hambre y la malnutrición. Necesitamos invertir para disminuir las brechas de género; hay una carencia brutal de políticas públicas focalizadas en las mujeres rurales, principalmente es el área social en las cuales las mujeres podrían dedicar más tiempo a las actividades socio económicas: guarderías, financiamiento, asistencia técnica especializada, entre otros”, expresó Chicas.

La funcionaria de la FAO afirmó que, si las mujeres tuvieran el mismo acceso que los hombres a recursos productivos, ellas podrían aumentar la productividad de sus actividades rurales de manera significativa, lo que, a su vez, reduciría el hambre.

A propósito de esta fecha conmemorativa, la FAO recordó que es necesario acabar urgentemente con los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en los mercados laborales rurales; ya que en la medida en que se garantice la igualdad de servicios rurales e infraestructuras, será posible facilitar el acceso de las mujeres a la educación, a los recursos productivos y a la expansión de sus conocimientos, sus habilidades y sus capacidades.

Cultivo de algas para la autonomía económica de mujeres rurales indígenas

En el marco de una carta de compromiso firmada en septiembre 2021 entre la Autoridad de Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP), la empresa Gracilarias de Panamá, la FAO y la Asociación de Mujeres Rurales de Nargabagandub Dummad (AMRND), un grupo de mujeres de la comunidad indígena de Naranjo Grande, ubicada en la Comarca Guna Yala, se encuentran participando de una iniciativa que busca fortalecer sus capacidades para el cultivo de algas y la producción de materiales derivados de las mismas.

AMRND está constituida por 20 mujeres y 5 hombres, quienes desde finales de noviembre 2021 comenzaron con la siembra de la primera parcela experimental, para monitorear el crecimiento y desarrollo de las algas.

Argelia Arosemena, mujer indígena lideresa de esta asociación, y productora de algas desde hace 15 años, explicó que gracias a esta actividad acuícola ha podido garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de sus seis hijos y ha podido costear la formación académica de cada uno de ellos.

“Esto (el cultivo de algas) me ayuda en lo económico, porque yo soy una madre viuda y esto me ayuda a llevarle algo a mis hijos (…) Además, he aprendido que una mujer tiene un valor muy grande, que podemos ser el sustento de nuestras familias; por eso en un futuro quisiera ver los productos que estamos emprendiendo como una empresaria”, expresó la lideresa de Naranjo Grande.

Como primer resultado de esta iniciativa entre la ARAP y la FAO, el grupo de acuicultoras cosechó recientemente cinco sacos de algas frescas, que están siendo utilizadas tanto para una nueva siembra, como para la elaboración de diversos productos, entre ellos: jabones, exfoliantes y cremas humectantes. La idea es que, mediante la comercialización de esta producción, se impactará positivamente a un aproximado de 150 personas, entre ellas jóvenes rurales de la comunidad.

Sobre esto último, Kasey Shileds, una joven de Naranjo Grande, explicó que todavía muy pocos jóvenes se involucran en este tipo de actividades, pero que para ella el cultivo de algas es una oportunidad para ayudar a su familia y a la comunidad.

“Yo soy una joven acuicultura de Panamá, tengo 16 años y considero que es importante que las mujeres jóvenes formemos parte de esto porque nos mantiene en un liderazgo para generar ingresos en los hogares”, afirmó.

Los equipos técnicos de las instancias involucradas explicaron que los productos elaborados por las mujeres participantes podrán ser comercializados en hoteles del área y en el resto del país, y que la expectativa es ampliar esta iniciativa a más comunidades y distritos de Panamá.