Soluciones para que la agricultura contribuya a hacer frente a crisis hídrica

“Es imperativo que gobiernos y sector privado trabajen en soluciones”

Estados Unidos. La agricultura puede ser una herramienta para solucionar la crisis hídrica que ha castigado durante los últimos años a diversos países y regiones de las Américas, afirmaron los participantes en un panel de alto nivel organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en el marco del Diálogo Internacional Borlaug 2023.

Alvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA); Zulfikar Mustapha, ministro de Agricultura de Guyana; Christopher Neale, Director de Investigación del Instituto Daugherty de Agua y Alimentación de la Universidad de Nebraska; y Fernando Schwanke, Director de Proyectos del IICA, fueron los expositores, mientras que Margaret Ziegler, Representante en los Estados Unidos del IICA, fue la presentadora y moderadora del panel.

El Diálogo Borlaug reúne cada año en Iowa, Estados Unidos, a líderes globales, productores agropecuarios, académicos, científicos, educadores y estudiantes de diversos países, que discuten ideas y proyectos para lograr sistemas agroalimentarios más sostenibles, equitativos e inclusivos.

El evento es organizado por la World Prize Foundation (WFP), prestigiosa institución que promueve la innovación y la sostenibilidad en la producción de alimentos. La fundación, además, otorga el Premio Mundial de la Alimentación, considerado el Nobel en esta materia, que reconoce a quienes realizan las más notables contribuciones a la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo.

“No hace falta demostrar que el agua es un elemento esencial para la vida. Y es también un tema vital, que está en el corazón de nuestra cartera de inversiones”, dijo Alvaro Lario, quien conduce el FIDA, institución financiera y organismo especializado de las Naciones Unidas dedicado a erradicar la pobreza y el hambre en las zonas rurales de los países en desarrollo.

Lario señaló que más del 60% de la población mundial padece inseguridad en el acceso al agua. “Los pequeños agricultores, mujeres, indígenas y otros sectores vulnerables son afectados de manera desproporcionada por sequías, desertificación y degradación de los suelos, problemas que dificultan el acceso al agua”, señaló Lario.

El presidente del FIDA explicó algunos de los proyectos que la institución lleva adelante en países de América Latina y el Caribe para favorecer el acceso al agua. Contó el caso de Honduras, donde se construye infraestructura de pequeña escala, como reservorios y sistemas de distribución. En Brasil, el FIDA provee obras de adaptación a los shocks y que aseguren el suministro de agua en zonas rurales. “Podemos y debemos trabajar juntos para asegurar el acceso equitativo al agua”, afirmó

Necesidad de crear soluciones

El ministro de Agricultura de Guyana, Zulfikar Mustapha, advirtió que es imperativo que gobiernos y sector privado trabajen en soluciones para la crisis del agua y señaló que el problema afecta a algunos países mucho más que a otros.

“La relación entre agua y agricultura es innegable. Pero hay una parte del mundo que puede producir alimentos libremente, disfrutando de distintas fuentes de agua. Y en otras partes vemos sequías, que conducen a la pobreza y al hambre”, señaló.

Mustapha dijo que Guyana es un país beneficiado por la abundancia y su nombre, de hecho, significa “Tierra de muchas aguas”. A pesar de ello -puntualizó- se trabaja para asegurar la provisión de agua en períodos de sequía, en base a sistemas de cosecha y almacenamiento. En cuanto a proyectos orientados a resiliencia, dio detalles del desarrollo de una nueva variedad de arroz que se está llevando adelante, que garantiza un menor uso de agua en el cultivo.

“Tenemos la voluntad política de colocar el tema del agua en el corazón de nuestras políticas de agricultura y lo estamos demostrando con proyectos que pueden ser replicados en nuestros países. El agua es un recurso precioso y no solo se vincula con la agricultura, sino también con la inclusión social y la reducción de la pobreza”, dijo Mustapha.

Christopher Neale contó la experiencia del Instituto Daugherty, que funciona en la Universidad de Nebraska, y realiza investigación vinculada con el desafío global de obtener seguridad alimentaria con una menor presión sobre las fuentes de agua, a través de un mejor manejo en los sistemas productivos.

“Debemos focalizarnos en la resiliencia de la agricultura, ya que tenemos que estar preparados para sequías, inundaciones y otros eventos climáticos cada vez más extremos”, dijo Neale, quien hizo foco en caminos para mejorar los sistemas de gobernanza del agua y la necesidad de desarrollar tecnologías accesibles para facilitar un mejor manejo del agua por parte de los pequeños productores.

Schwanke contó los fundamentos de la iniciativa hemisférica Agua y Agricultura del IICA, que propicia una contribución del agro ante la crisis hídrica que vive parte importante del continente americano, con la premisa de que sin agua no hay agricultura y sin agricultura no hay seguridad alimentaria.

El tema es considerado estratégico para el IICA, que en los últimos años ha apoyado a los países miembros con más de 70 acciones de cooperación técnica en agua para la agricultura, en un contexto de cambio climático que entre otros eventos extremos ha generado sequías y provocado cuantiosas pérdidas en potencias agroalimentarias como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

Representantes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Daugherty participaron el mes pasado junto al IICA en el lanzamiento técnico de la iniciativa, que se orienta a consolidar las capacidades y promover alianzas estratégicas público-privadas de los países miembros del IICA para mejorar la gestión integrada y eficiente en el uso del agua para la agricultura.

“A pedido de los países que son parte del IICA -dijo Schwanke- pensamos mucho en cómo la agricultura puede contribuir a solucionar la crisis del agua y así establecimos cuatro ejes de trabajo:  producción y almacenamiento de agua a través de buenas prácticas agrícolas; eficiencia en el uso para la agricultura mediante la innovación tecnológica; fortalecimiento de la gobernanza e impulso a inversiones para captación, almacenamiento, distribución y riego”.

“La agricultura -finalizó- debe ser parte de la solución a la crisis del agua y esa es nuestra responsabilidad”.

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