Ganadería Climáticamente Inteligente: La Importancia de Invertir en un Enfoque Transformador

La ganadería está en la primera línea de impacto en la lucha contra el cambio climático

La FAO trabaja para mejorar la resiliencia y la seguridad alimentaria y nutricional, mientras reduce las emisiones de gases de efecto invernadero

Por Carolyn Opio,

Oficial de Ganadería

FAO

La ganadería está en la primera línea de impacto en la lucha contra el cambio climático. Los productores están experimentando condiciones climáticas cada vez más extremas, desde inundaciones recurrentes hasta sequías severas y prolongadas e intensas olas de calor, que amenazan sus medios de vida y a sus familias. El continuo incremento en la temperatura, trae consigo nuevas presiones que afectan la capacidad productiva de los sistemas ganaderos. Si bien los productores están acostumbrados a adaptarse al cambio, las extremas variaciones que enfrentan hoy no tienen precedentes. Los pequeños productores familiares, que están encargados de producir la mayor parte de los productos pecuarios, carecen de recursos e infraestructura, haciéndolos especialmente vulnerables a los impactos del cambio climático.

El cambio climático representa una amenaza fundamental para la viabilidad de los sistemas alimentarios. Debemos actuar ahora si deseamos evitar los peores impactos del cambio climático, es necesario reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y promover soluciones diversas, incluidas las oportunidades únicas que ofrece la ganadería. También necesitamos invertir en prácticas y tecnologías, herramientas y capacidades que permitan incrementar la resiliencia de las comunidades rurales a los eventos climáticos extremos.

En América Latina y el Caribe, la FAO trabaja de la mano con los países de la región para hacer que la ganadería sea parte de la solución. Es por eso que la FAO apoya el pilotaje y escalamiento de la ganadería climáticamente inteligente (GCI), un enfoque reconocido a nivel mundial como una estrategia climática relevante para el sector.

El enfoque GCI tiene como objetivo alcanzar tres resultados de manera simultánea:

* Incrementar la productividad: Producir más y mejores alimentos para contribuir a la seguridad nutricional e incrementar los ingresos de los productores, especialmente del 49 por ciento de los pobres de la región que viven en áreas rurales y dependen principalmente del ganado para su sustento.

* Mejorar la resiliencia: Reducir la vulnerabilidad a sequías, plagas, enfermedades y otros riesgos y crisis relacionados con el clima; y mejorar la capacidad para adaptarse y crecer frente a patrones erráticos a largo plazo.

* Reducir las emisiones: Generar menos emisiones por cada kilo de producto producido, evitar la deforestación por la expansión de la frontera pecuaria e identificar maneras de absorber carbono de la atmósfera.

La FAO marca la diferencia en la región mediante la promoción del enfoque GCI

La mejor manera de incrementar sosteniblemente la producción y los ingresos, mejorar la resiliencia y reducir y / o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero en la diversidad de realidades y paisajes de la región, es desarrollando e implementando soluciones que se adapten a cada país y que sean lideradas por los propios productores.

En República Dominicana, Ecuador y Uruguay, la FAO está implementado el enfoque GCI a través de una estrategia que promueve la participación de los productores en la identificación de buenas prácticas ganaderas y programas de fortalecimiento de capacidades, asistencia técnica, diseño de políticas de apoyo y esquemas de incentivos y herramientas que permitan monitorear el impacto de la intervención. En su enfoque, la FAO reconoce que los desafíos que enfrenta el sector ganadero, no se experimentan por igual, y afectan de manera desproporcionada a grupos vulnerables. Por ello, es necesario asegurar que los beneficios lleguen a quienes más lo necesitan, a través de un adecuado entendimiento del contexto sociocultural e incorporando la perspectiva de género como elementos clave para desarrollar una intervención efectiva.

Al contar con estrategias de intervención participativa e incluyente, el enfoque puede ser adaptado para responder a las necesidades más urgentes de los productores. En Uruguay, la gestión mejorada del pastoreo, permite que las pasturas se conviertan en sumideros netos de carbono, mejorando al mismo tiempo la productividad del pasto y los animales. Por su parte, República Dominicana se encuentra promoviendo un programa de siembra de árboles en fincas ganaderas para incrementar la cobertura vegetal del suelo. A la fecha, se han plantado 20.950 árboles, que además son utilizados como fuente de alimento para los animales, implementación de cercas vivas, provisión de sombra, protección del agua, entre otros beneficios. Estas prácticas permiten mejorar la salud del suelo y aumentar el contenido de materia orgánica en las áreas de pasturas, reduciendo también los niveles de carbono atmosférico, y atacando así la raíz del cambio climático. Al mismo tiempo, la materia orgánica del suelo aumenta la capacidad de retención de agua y reduce la erosión, lo que contribuye a mejorar la capacidad adaptativa frente a eventos climáticos extremos.

El sector también puede -y debe- reducir sus potentes emisiones de gases de efecto invernadero, como las emisiones de óxido nitroso y metano, mediante una diversidad de estrategias. En Ecuador, se proporcionó asistencia técnica a 1.056 pequeños productores y productoras (33% mujeres)  dedicados a la producción de carne y leche, influenciando 40.388 hectáreas con el enfoque. La implementación de sistemas de monitoreo en 165 fincas permitió recopilar datos detallados para cuantificar los impactos obtenidos. Los resultados reflejaron un incremento del 12,85% en la productividad, reducción del 26,27% en las emisiones directas de GEI, secuestro de 506 mil toneladas de CO2 y un aumento del 10,61% en la capacidad adaptativa gracias a la incorporación de prácticas de gestión del pasto y el pastoreo, manejo reproductivo y sanitario de los animales y manejo del estiércol. El reciclaje de las excretas animales permite producir energía renovable y fertilizantes, reduciendo la dependencia de insumos generados a partir de combustibles fósiles. Estas actividades, junto a la implementación de esquemas de flujos circulares de carbono y nitrógeno permiten reducir aún más el nivel de emisiones en los sistemas ganaderos.

Las soluciones climáticas que ofrece la ganadería brindan múltiples beneficios a los productores, las comunidades y el ambiente. Entre estos beneficios se encuentran el aumento de la productividad, una mayor resiliencia a las condiciones climáticas extremas, una mejor calidad del aire y del agua y una mayor biodiversidad. El sector debe promover la difusión y adopción de soluciones climáticas que ofrezcan múltiples beneficios. El Proyecto Ganadería y Clima en Uruguay, muestra que a través de un mejor manejo de los pastizales, complementado con prácticas de manejo del hato, y enfoques innovadores de asistencia técnica; es posible alcanzar resultados beneficiosos para los productores, sus familias y el ambiente. Durante el primer año del proyecto (2020 a 2021), los productores participantes en 61 fincas piloto están transformando 35.000 hectáreas de pastizales. En comparación con la línea de base (sin intervención), la productividad de carne vacuna y ovino aumentó en aproximadamente un 6% y 15%, respectivamente, el costo de producción disminuyó en un 6% por hectárea, la tasa de carga animal se redujo en un 7%, los ingresos de los productores aumentaron en un 12% y las emisiones por unidad de producto animal disminuyeron un 27%.

Sin embargo; la ganadería no puede ser parte de la solución climática sin una inversión significativa. Debemos reducir el riesgo que asumen los productores al implementar prácticas amigables con el clima, invirtiendo en asistencia técnica relevante, incentivos financieros e investigación, especialmente para productores socialmente desfavorecidos. A pesar de que las finanzas verdes han sido poco exploradas para la actividad ganadera, existen experiencias innovadoras en la región. En Ecuador se realizó el diseño y pilotaje de una “Línea de Crédito Productivo Verde para Ganadería” con consideraciones preferenciales frente a la línea de crédito tradicional, incorporando herramientas de cuantificación de emisiones de gases efecto invernadero y riesgo climático como parte del proceso de análisis, y exceptuando la compra de animales como destino del crédito. Como resultado del pilotaje realizado durante 5 meses, se concretaron 111 operaciones crediticias, correspondientes a un monto de US$ 934.871. Este tipo de mecanismos fomenta la implementación de buenas prácticas ganaderas y agrega valor a la incorporación de prácticas sostenibles en los sistemas productivos.

Ninguna política climática a nivel nacional será completa o eficaz sin reconocer el papel que debe desempeñar el sector ganadero para evitar los peores impactos del cambio climático, reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar los sumideros de carbono y la capacidad de resiliencia de nuestros medios de vida. La seguridad alimentaria y nutricional depende de adoptar estas soluciones climáticas como respuesta a un clima cambiante. Los proyectos piloto que implementan el enfoque GCI en la región proporcionan valiosas experiencias, evidencias y herramientas que apoyan la toma de decisiones en distintos niveles y los esfuerzos de los países para alcanzar las metas planteadas en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) mediante la implementación de actividades que conjugan la mitigación, adaptación y mejora de la productividad.

Las soluciones al cambio climático que ofrece el sector ganadero, deben ser aprovechadas mediante estrategias que aseguren la inclusión social, brindando oportunidades para los pequeños productores familiares y las comunidades rurales.

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Fuente: Food and Agriculture Organization (FAO)