Incrementan apoyo a los países de las Américas en el desarrollo de la biotecnología, herramienta que brinda a la agricultura beneficios productivos y ambientales
Los mensajes destacan a la agricultura como una actividad fundamental para erradicar la pobreza
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Costa Rica. En atención a un pedido expreso de los Estados miembros, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) está incrementando el apoyo al desarrollo nacional y regional de la biotecnología, algo en lo que trabaja desde hace más de 15 años con la premisa de que se trata de una herramienta poderosa para contribuir a una actividad agropecuaria más productiva y alineada al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
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Acompañamiento técnico para la revisión de marcos regulatorios, capacitación en temas de bioseguridad-clave para el desarrollo de la propia biotecnología- y acciones de comunicación tendientes a clarificar y a desmitificar prejuicios asociados con la biotecnología son las grandes áreas en las que se divide la actividad del IICA en la materia.
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El apoyo del IICA a los países en materia de biotecnología y bioseguridad está alineado también con los compromisos, principios y mensajes claves que las naciones americanas consensuaron en el camino a la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU 2021 con el objetivo de mejorar los sistemas agroalimentarios.
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Ese posicionamiento unificado se consolidó alrededor de 16 mensajes claves -incluidos en el documento “Principales mensajes en camino hacia la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios, desde la perspectiva de la agricultura de las Américas”- sobre el papel irremplazable de la agricultura, y que resaltan que los productores agropecuarios y los trabajadores de los sistemas alimentarios son un eslabón imprescindible y central, y que sin producción agropecuaria no hay materias primas para transformar en alimentos.
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Los mensajes destacan a la agricultura como una actividad fundamental para erradicar la pobreza, impulsar el desarrollo rural y proteger el medio ambiente y específicamente el Mensaje 9, referido a las estrategias de producción y asuntos ambientales, sostiene que “los nuevos escenarios de la ciencia y la tecnología representan una oportunidad estratégica para avanzar hacia una agricultura más productiva y sostenible, gracias a que posibilitan mayores niveles de precisión y eficiencia”.
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El Convenio de Diversidad Biológica define a la biotecnología como “cualquier aplicación tecnológica que usa sistemas biológicos u organismos vivos para crear o modificar productos o procesos con usos específicos”.
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Bajo este concepto, “la biotecnología es un instrumento que existe hace miles de años, porque se refiere a cómo la inteligencia humana hace uso de la oferta que la naturaleza le provee para solucionar sus problemas. Muchas de las cosas tradicionales que conocemos y consumimos son productos de la biotecnología, como los abonos verdes en la producción agrícola, los alcoholes en el sector industrial, o los productos lácteos en la alimentación”, explicó Pedro Rocha, Coordinador de Biotecnología y Bioseguridad en el IICA.
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La creciente utilización de la biotecnología en la agricultura se debe a que brinda herramientas cada vez más precisas en beneficio de una producción mayor y más sostenible: “Está llamada –agregó- a incrementar la productividad y también a reducir la presión sobre los ecosistemas, debido a que permite optimizar y racionalizar la utilización de insumos biológicos y químicos (por ejemplo, de plaguicidas). De hecho, hay muchos y variados beneficios ya demostrados desde el punto de vista ambiental”.
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De todas maneras, Rocha aclaró que la biotecnología no es la solución para todos los problemas: “No es la herramienta perfecta, sino una alternativa más que complementa a una serie de herramientas que el mundo ha generado para mejorar la agricultura”.
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El especialista agregó que resulta imprescindible garantizar la seguridad de las tecnologías y la calidad e inocuidad de sus productos. “La mejor manera de contribuir al desarrollo tecnológico y su aplicación segura es mediante instrumentos regulatorios que sean legalmente justificados, basados en ciencia, transparentes y eficientes”, sostuvo.
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Rocha es biólogo por la Universidad Nacional de Colombia, con un doctorado en biología molecular de las plantas y un posdoctorado en fitopatología molecular. Es especialista internacional en tecnología e innovación, con foco en temas de biotecnología, bioseguridad, seguridad alimentaria y cambio climático.
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La importancia de los marcos regulatorios
El trabajo del IICA en el apoyo para construir marcos regulatorios que faciliten la adopción y el uso de biotecnologías en la agricultura responde a las solicitudes de los países y resulta de gran importancia, ya que contribuye a que las naciones ejerzan sus decisiones soberanas sobre el asunto.
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“Al IICA no le preocupa que un país quiera, por ejemplo, sembrar cultivos transgénicos y otro no. Eso es parte de su soberanía en un tema tecnológico. Lo fundamental es que todos los países tengan marcos regulatorios que les permitan respaldar sus decisiones y eso es lo que todavía hace falta en algunos casos en América Latina. Algunas naciones están muy abiertas a la utilización de la biotecnología y sus productos; otras tienen una visión más conservadora y consideran que necesitan mayor información y tiempo para tomar decisiones. El IICA reconoce y respeta esa heterogeneidad. Si un país no quiere sembrar cultivos transgénicos, eso es parte de su soberanía, pero debe contar con un marco regulatorio que defina qué pasa cuando se introducen tales cultivos de manera ilegal. Y si quiere sembrar, debe tener normas que establezcan cómo debe hacerse”, explicó Rocha.
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Así, el IICA ha colaborado en la construcción de marcos regulatorios en el hemisferio. “Como IICA reconocemos que las realidades de cada país son específicas y mal haríamos en proponer una única visión generalista que desconozca la diversidad propia de los países. Trabajamos para construir de manera conjunta y participativa”, afirmó Rocha.
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Rocha hizo hincapié en que el Convenio de Diversidad Biológica, del que 196 países son parte, ve en la biotecnología una herramienta para contribuir a la conservación y al uso de la biodiversidad, lo que a su vez favorece la búsqueda del bienestar de la humanidad expresada en los ODS, fijados por la comunidad internacional con la misión de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.